Nuestras calles (II): Antonio María Segovia
por N. Romero el 25/08/2016
En nuestros paseos por el barrio, por la zona de la Parroquia San Juan de Dios, en la UVA, y de la Biblioteca Pública Luis Martín Santos, nos topamos con una plaza, la dedicada a Antonio María Segovia, de curiosa constitución. Realmente es una calle que rodea íntegramente a la Biblioteca. Realmente la Biblioteca es la plaza. Pero bueno, a lo nuestro... ¿Quién fue Antonio María Segovia?
Nacido con la Guerra de Independencia contra los franceses, en 1808, fue un destacado periodista satírico de su época, conocido por seudónimos como El Estudiante (no, no es el de Curro Jiménez...) o El Cócora. Perteneció a la llamada Generación del Costumbrismo, y destacó por su crítica mordaz a los excesos del Romanticismo de la época. Era más del gusto de la crítica política desarrollada en diversos medios de la época.
Como escritor fue autor de algunas piezas de teatro, con la sátira y el humor como seña de identidad: ¿Cuál de los tres es el tío?, El aguador y el misántropo, Las aventuras de un ahogado, etc... No tuvo grandes éxitos que perduren en la memoria colectiva, pero sí destacó en la época, y se integró como habitual en determinadas tertulias literarias y políticas del momento, como la del Parnasillo, en el Café del Príncipe. Colaboró en algunos medios importantes de la época, como el Semanario Pintoresco Español, El Jorobado, El Tiempo... y fundó algún otro, como el periódico El Estudiante.
En 1840, por lo convulso de la época, se tuvo que exiliar en París. Fue miembro de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando, y en 1847 fue nombrado académico de número de la Real Academia Española. En 1855 se marchó como cónsul español a la República Dominicana, donde ejerció su cargo rodeado de polémica por la excesiva ligereza en otorgar ciudadanía española a los dominicanos.
Erudito, poeta, dramaturgo, periodista, político, diplomático... una hoja de servicios y méritos muy extensa, más allá de la universalidad de su figura y el conocimiento de la misma. Ahora, cuando paséis por allí, ya sabréis quien fue este personaje. Y a lo mejor, picados por la curiosidad, podéis entrar en la Biblioteca que está en su plaza y encontrar algo de él, ¿no? Quien sabe...